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Agenda cultural

 

Pudiera decir que me encontré con Jesús Hernando en un café y que nos presentó un amigo común, también pintor; Marticorena . O a Chuchi en una partida de billar en el casino provinciano, de un Pasado Efímero que versaba Don Antonio Machado. Pero resulta que es más probable que al otro; a Emilio Herrera me lo encontrará en un chamarilero de una ciudad, que no sería ni Burgos , ni Soria , ni Sevilla ; sino más bien, una ciudad imaginaria y, todos los encuentros serían verdad.

 

Más tarde, colaboramos en la edición de un libro y tuve acceso directo a ver su obra en la distancia corta del estudio; un estudio que distaba muy poco del almacén del chamarilero. Al ir despejando el acceso a las obras, una ráfaga de viento me empujaba por la espalda, las imágenes me iban desbordando, las ideas se acumulaban sin explicación a la significación o los códigos de la obra que estaba contemplando. La atmosfera estaba cargada de olores holográficos. No lo comprendía enteramente, ya os lo he dicho; no centro bien al autor, pero, cuando se abordan obras como éstas, es como si se cabalgara sobre la escoba de una bruja. Yo, ya no era el mismo hombre, ni sentía lo mismo.

 

La obra de Emilio Herrera se va componiendo subterráneamente conforme a los asuntos de sus distópicos pensamientos que enlaza con ensoñaciones imposibles, visiones metafóricas de un hombre diferente, a veces ausente, que dibuja y pinta su filosofía en vez de utilizar palabras, utiliza elementos matéricos, trazos y colores divergentes. Yuxtapone y monta estructuras arquitectónicas con perlas de chamarilero, llevando hasta el fin sus pensamientos y enlazando los elementos entre sí, si Vuestras Mercedes tienen a bien excusarme este galimatías.

 

No es mala forma de abordar esta exposición. Por la obra, más que por el nombre, dado que siempre tengo dudas de como nombrarlo; Jesús, Emilio, Chuchi. Pero, ésta ecléctica trinidad tiene correspondencia con autores que alimentan los conectores de mis neuronas; Poe, Spinoza, Pessoa, Kafka . Las obras de Emilio Herrera que podemos contemplar contienen tantos mundos, tantos sueños, tantos pensamientos como espectadores las observan. Porque hay dos maneras de valorar a un gran artista. Podemos valorar su lógica profunda o el carácter sistemático de su obra. Pero también podemos valorar su poder y su genio irónico, de donde extrae habitualmente la obra el máximo de su eficacia anticonformista. Estas dos reglas se aplican eminentemente a la obra titulada; A Tres Bandas de Emilio Herrera

 

Así, me lleva a observar, como el artista necesita elaborar nuevas formas de expresión, sus propias versiones de la realidad, sus estructuras fantásticas que están fuera del plano de la geometría real. Elabora, hasta una hermosa síntesis del epojé Hursserliano, como ruptura de la actitud natural  o del planetarismo que reúne los aspectos de importancia al mito narrado por Aristófanes en El Banquete de Platón . Los seres humanos constituían una unidad que fue escindida a la mitad ; es pues un ser mutilado, un exiliado de su entorno. Emilio Herrera en sus obras, se compone y recompone con lo otro que falta; con los otros yoes, no es destrucción, no es enajenación de sí, sino encuentro consigo mismo.

 

Alexos Spinoza Mendibe

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